Seguimos con la mirada puesta en la FAMILIA y los desafíos que tienen que enfrentar cada uno de sus miembros. Pues, sigue siendo verdad el pensamiento de que lo que acontece a uno de sus miembros afecta a todos en la familia.

“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior (cuerpo) se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Co. 4:16) Como hemos visto, las transiciones son parte del ciclo de vida del ser humano. Saber que vendrán nos ayuda, por un lado, a prepararnos; pero, por el otro nos ayuda a entender y apoyar a los que están atravesando por estos cambios, generalmente difíciles. Tanto el hombre como la mujer experimentan cambios al pasar de la vida de adultez madura hacia adulto mayor.

El deseo del corazón de Dios es una familia unida. ¿La razón? Porque un reino dividido contra sí mismo es asolado (Lc. 11:17). Y, Satanás procura dividir el matrimonio y así divide la familia. Esta es la razón por la que tanto estamos insistiendo en el tema de la familia durante este año: porque una familia que ora, adora y sirve unida, seguramente permanecerá unida.