Henos aquí frente a todos los temores que la pandemia del coronavirus COVID-19 genera frente a todas las naciones y pueblos sin distingos de raza, religión o nivel social. Sencillamente, todos estamos bajo amenaza.

El coronavirus COVID-19 ¡está en medio nuestro! Estamos en la etapa de TRANSMISIÓN COMUNITARIA. Eso quiere decir, que la trasmisión se da entre nosotros mismos y no es ya por personas que vienen de otros países. Esto es grave, muy grave. Y, requiere de todos, la solidaridad para detenerlo. No exponernos innecesariamente nosotros, ni exponer a otros. ¡Menos a los que amamos! Por eso, siga las recomendaciones de cuarentena, como vimos en Éxodo 11 y 12. Aprendamos a seguir las instrucciones para que vivamos confiadamente a la sombra del Altísimo (Sal. 91) y, humillémonos sinceramente ante Dios (2 Crónicas 7:14).

Por disposiciones de las autoridades de salud de nuestra nación y, por la cordura que nos compete a todos, a fin de evitar la propagación del coronavirus COVID-19 que ha paralizado el sistema mundial y, que pone en riesgo la vida de muchos, hemos decidido al igual que muchas iglesias evangélicas, NO TENER LOS CULTOS REGULARES que implican un gran conglomerado de personas.