Para muchos, el tema de la mayordomía no es muy espiritual. Creo que la razón de esto es por el desmedido énfasis en el dinero (relacionado con el tema de los diezmos con una perspectiva incorrecta). Pero, la mayordomía cristiana es un tema y una doctrina espiritual.
Cuando el Apóstol Pablo escribió a los creyentes tesalonicenses hizo un llamado a la consagración integral del creyente a Dios, que incluyó, su alma (mente, voluntad, emociones), su cuerpo y, también, su espíritu (1 Ts. 5:23). Y, todo está interrelacionado, esto se llama “integralidad”. Por lo que, aún lo material, es un tema espiritual.
Hoy veremos, a través de Las Escrituras en el libro de Malaquías en el Antiguo Testamento, como el descuido de la mayordomía afectó al pueblo de Israel o cómo su descuido espiritual los llevó a una mala mayordomía.
Malaquías es un libro profético incluido entre los profetas menores. Fue el llamado de Dios a su pueblo por medio del profeta Malaquías después del retorno del exilio babilónico. Se supone que durante el exilio habían aprendido la lección de no descuidar su relación con Dios, del cuidado del santuario y del cumplimiento de la ley. Iniciaron bien; pero, muy pronto sus corazones volvieron a alejarse de Dios. Su vida espiritual dejó de ser un asunto profundamente espiritual y se volvió algo ritualista en donde se menospreciaban las cosas santas.
No siguieron el ejemplo de Abel de ofrecer lo “mejor”, sino que ofrecieron lo de Caín… ¡una actitud descaradamente descuidada! Ofrecieron; pero, no con la actitud espiritual correcta. Por lo que su mayordomía no fue espiritual.
Hoy, nosotros corremos el mismo peligro. Podemos vivir nuestra fe de manera religiosa por costumbre o tradición, podemos cumplir con los asuntos del templo, asistir, dar, adorar; pero, nuestro corazón no está en ello. ¡sólo algo mecánico! ¡costumbre! Esa decadencia espiritual se refleja en lo que debería ser nuestro fervor al adorar, servir, dar y en nuestra vitalidad espiritual.
Dios no quiere tu cartera, quiere tu corazón. Si tu corazón es para Dios, no habrá ningún área de competencia en tu mayordomía que no sea un asunto espiritual. Vamos a ver esto en el libro de Malaquías y pensar en lo que Dios dijo por otro profeta contemporáneo: Miqueas. ¿Qué pide Dios de ti? (Mi 6:8). Debemos empezar por lo espiritual y no por lo material. ¡Viene por añadidura! (Mt. 6:33).