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Algo por lo que queremos alabar a Dios y, aún agradecerle, es por nuestros jóvenes. Ellos verdaderamente son una bendición. Con sus luchas naturales de jóvenes, ellos son un milagro. Y, sabemos que no se quieren amoldar al mundo. ¡Esto es muy alentador para nosotros como padres y como miembros de la familia de la fe!
Cuando uno escucha las noticias y sale a relucir la insensatez de muchos jóvenes alrededor del mundo que, por sus imprudencias, muchas personas (padres y abuelos) están siendo infectadas por el COVID 19, uno se pregunta: ¿qué se espera de estas generaciones insensatas que no valoran la vida ni las oportunidades que tienen? Generalmente son egoístas y centrados en ellos mismos, dominados por sus deseos y emociones. Ciertamente, tiene razón la Biblia cuando dice: “La necedad está ligada al corazón del muchacho” (Pr. 22:15)
Pareciera que, el “síndrome de padres ausentes”, la influencia de medios tecnológicos y de redes sociales muchas veces nocivas, junto con la ausencia del temor a Dios, está ganando la partida. Pero, es esperanzador ver a muchísimos jóvenes con hambre y sed de Dios. Jóvenes que han encontrado en Cristo la respuesta para sus vidas y que les han permitido sanar sus heridas y sobreponerse a un mundo perdido e incierto.
Ciertamente, nuestros jóvenes son un ¡milagro! ¡Son una bendición! Y, sentimos un orgullo sano por ellos. Hoy, a nombre de toda la iglesia queremos decirles que los queremos (amamos), que son especiales y que son buenos en aquello para el cual el Señor los ha dotado (cada uno con sus capacidades individual).
Los que somos más viejos sabemos que la honra de los viejos son sus canas y, la de los jóvenes: su fuerza y vigor. Poco a poco, nosotros vamos pasando y vamos dejando lugar a la generación de relevo, que tiene que ir asumiendo y, a su vez, moldeando el camino de los que viene detrás de ellos. Frente a esto, queremos decir con el Apóstol Pablo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Ti. 4:12). Sabemos que, con sus luchas, están tratando de hacerlo bien. ¡Eso nos da gozo!
Pastor José A. Martínez
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