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Todos los que hemos tenido la oportunidad de leer las Sagradas Escrituras y, en particular, los hechos relacionados con el nacimiento de Jesucristo, sabemos que la navidad es más que una fiesta de celebración. Jesucristo, el eterno hijo de Dios, encarnado en un cuerpo mortal y nacido de mujer, es la verdadera navidad.
El evangelista Mateo escribió: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con nosotros” (Mt. 1:21-23). Esta es la razón de gozo del creyente: ¡Cristo, nuestra navidad, ya nació! Y, ¡Mora en nuestro corazón!
Nos conviene recordar y, tener presente, que la navidad no se celebró sino hasta varios siglos después del nacimiento de Cristo. El libro de Apocalipsis, el último libro de la Biblia en escribirse a finales del siglo primero, no hace mención de la celebración de la misma.
Desde hace muchos años, cuando meditaba acerca de la navidad, me pregunté: ¿Cómo habría celebrado el Apóstol Pablo la navidad? Encontré, que para el año 67 d.C., para la misma época del año del nacimiento de Jesús, Pablo se encontraba preso en Roma, en su último encarcelamiento. Y, desde allí, escribió su última carta. ¡Fue a Timoteo! Al acercarnos a ella, especialmente en el capítulo 4, encontramos cuales eran las inquietudes de Pablo en lo que hubiera sido su última navidad, si esta fiesta se hubiese celebrado en sus días.
Esto es importante para nosotros, que la celebramos este año, de manera totalmente diferente, para muchos… ¡una triste navidad! Así que, ¡levantemos el ánimo y regocijémonos en el verdadero significado de la navidad!
Pastor José A. Martínez
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