El año 2023 se perfila como un año difícil, muy difícil, especialmente en lo económico. Por diversas situaciones:
- La pandemia no ha terminado y sus secuelas en el tema de salud y compromisos económicos de recuperación, aún están por delante.
- La guerra en Ucrania, que trajo consigo un encarecimiento del gas, el combustible, los fertilizantes y productos derivados, y amenaza de hambruna mundial, está lejos de arreglarse.
- China, la 2da mayor economía del mundo ha entrado en una recesión económica por causa de la corrupción, la crisis inmobiliaria, el colapso por nueva ola el COVID y las crecientes amenazas por invadir Taiwán.
- Los efectos catastróficos del cambio climático; etc.
Todo esto ha detenido el crecimiento económico mundial de las tres grandes economías del mundo: la norteamericana, la china y la de la Unión Europea.
Esto nos afecta a todos por el encarecimiento de todo y disminución del poder adquisitivo. Pero, además produce un estancamiento en la economía y la producción por la elevación de las tasas de intereses para tratar de detener la inflación.
Todo se reduce a que el dinero no alcanza, se peligran los puestos de trabajo, la amenaza a la salud sigue en vilo. Y, unamos las condiciones internas de nuestro país: una economía informal cada vez más creciente, el peligro del colapso de las pensiones a los jubilados, la corrupción y la politiquería que se va a dar durante este año preelectoral, nos presentan un escenario muy negro. La pregunta es: ¿Cómo ha enfrentado el pueblo de Dios escenarios duros de grandes crisis económicas? Y, ¿Qué debiéramos hacer nosotros hoy? En el mensaje de hoy abordamos esto desde la perspectiva de nuestra administración individual y familiar. La próxima semana esperamos abordar el tema; pero, desde la perspectiva de la iglesia.
Pastor José A. Martínez
