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“ ¡Mirad cuán bueno y cuán deliciosos es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1)
Dios, cuando hizo al hombre, lo hizo a imagen y semejanza suya (Gn. 1:27); por lo que le hizo un ser “gregario”, es decir, con la capacidad de vivir en comunidad. Así que esto es parte del ADN humano.
En el principio existía la TRINIDAD en perfecta unidad y comunión, Y, esto era lo que esperaba fuera la experiencia del ser humano. Pero, cuando el pecado entró al mundo, ese sentido de amor, unidad, lealtad y comunidad en paz, se desvirtuó: Adán echo la culpa a su mujer, Caín mató a su hermano Abel y, la tierra sería cada vez más hostil al hombre, produciría cada vez más espinos y cardos en vez de alimentos. Por lo que los hombres se pelearían y enemistarían cada vez más por causa de estos recursos de la naturaleza para su sobrevivencia.
Con el paso del tiempo Dios concedió a los hombres la posibilidad de volver a vivir en comunidad y armonía unos con otros: lo hizo con Noé y su familia; pero, los hombres escogieron el camino de la desunión. Luego, Dios llamó a Abraham para formar un solo pueblo, el pueblo de Dios. Pero, la constante de la desunión y, egoísmo y falta de amor también se introdujo en el pueblo de Dios del Antiguo Testamento.
Ahora, en Cristo, Dios hizo las cosas nuevas y trajo reconciliación entre el hombre con Dios; del hombre consigo mismo y del hombre con sus semejantes. Pues, Dios hace las cosas nuevas (2 Co. 5:17). Por lo que Él espera y anhela que nosotros, como nueva creación en Cristo, vivamos de acuerdo al ADN celestial (en la hermosura de la comunión que caracteriza a la Trinidad) y que no nos conformemos al mundo (caracterizado por el ADN del príncipe de este mundo: la desunión y falta de comunión y lealtad). Sí, Dios quiere que disfrutemos lo “bueno y delicioso de habitar los hermanos juntos en armonía”.
Y, nuestro Señor Jesucristo mando: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Jn. 13:34). Así que, ¡es necesario que vivamos la comunión cristiana! Y, para ayudaros en esto, en la iglesia, existe un precioso ministerio llamado MINISTERIO DE COMUNIÓN, RECREACIÓN Y DÍAS ESPECIALES.
Pastor José A. Martínez
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