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Jesús enseña en Juan 15 que el Padre es glorificado cuando se lleva muchos frutos, el fruto es el resultado de una relación permanente y continua con Dios, es una vida transformada, que refleja el carácter de Cristo, lleno de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza.
Tambien, el fruto es un medio de reprodución por lo que un creyente que permanece en su relación con Dios es alguien, que naturalmente se multiplicará, discipulando y compartiendo el mensaje del evangelio con aquellos que estan afligidos y necesitados de Dios.
Sin embargo, se estan viviendo tiempos difíciles con muchas necesidades y escases de recursos, no solo de recursos materiales, también existe una escases de valores morales y espirituales, de amor, fe, y esperanza. Jesús dijo que en los postreros días por haberse multiplicado la maldad el amor de muchos se enfriara. Es así como muchos corazones se han vuelto fríos, indiferentes, apáticos frente a las necesidades del prójimo.
Esta es una cruda realidad que afecta aun a los creyentes y frente a esta gran necesidad y en medio de situaciones tan adversas, ¿Cómo el creyente llevará frutos en medio de estos tiempos de sequía moral y espiritual? La respuesta está en una conexión continua y permanente con Dios, donde el creyente se deleite en la presencia de Dios, meditando en su palabra, y depositando su confianza en Dios. Solo así, por medio del espíritu Santo el creyente podrá enamorarse de Dios al comprender a plenitud el amor de Dios que es el motor que le impulsa a dar frutos aun en tiempos de sequias. (Salmos 1, Juan 15, Jeremías 17, Oseas 2:14)
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