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El contentamiento es una virtud que viene de arriba. No todo el mundo es capaz de mantenerse contento con lo que tiene o con lo que Dios provee. Pero, en momentos difíciles como los que vivimos, determinará si su vida será de gozo o amargura.
Sinceramente, creo, que Dios quiere que estemos contentos todo el tiempo con los que Él nos da y provee. Pues, esto nos llevará a una vida victoriosa, más allá de las cosas que tenemos o que nos gustaría tener.
Cuando era niño, sufría mucho en tiempos de navidad, porque quería tener muchas cosas que veía que otros tenían; pero, que por las situaciones difíciles que vivía nuestra familia, no teníamos. Podía decir que, ¡eran navidades tristes!
Luego, sin darme cuenta, llevé ese sentimiento, a otras esferas de mi vida. Y, quedé esclavo de las cosas materiales y externas. Hasta que descubrí un grande y hermoso tesoros más valioso que todas las cosas materiales que pudiera tener: ¡Encontré a Cristo, el más grande tesoro! (Mt. 13:45,46). El trajo, no sólo perdón y salvación., sino paz y contentura a mi corazón.
Todavía lucho contra ese sentimiento arraigado por muchos años en mi vida; pero, he aprendido a sobreponerme a ello. El Apóstol Pablo decía: “He aprendido a contentarme, cualquiera sea mi situación” (Fil. 4:11). Eso es madurez; es confianza en el Señor y, es señal de gratitud a Dios.
Oro que, en este tiempo, todos seamos llenos de un espíritu de CONTENTAMIENTO. Tenemos lo más importante: a Cristo y una esperanza maravillosa y gloriosa. Tenemos la vida y, ¿todavía estamos aquí! Las cosas materiales van y vienen; los tiempos malos y buenos, también van y vienen. Ya habrá mejores tiempos navideños, mejores celebraciones.
Hermano, ya lo dijo el escritor bíblico: “mejor es perro vivo, que león muerto” (Ecl. 9:4). ¡tenemos la vida! Valoremos hoy EL CONTENTAMIENTO.
Pastor José A. Martínez
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