Desde los días neo testamentarios, las mujeres, han jugado un rol muy importante y, yo añado, determinante, en la iglesia. El evangelista Lucas nos dice: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes” (Lc. 8:1-3). ¡Todas ellas apoyaban el ministerio del Señor!.
En la hora terrible y peligrosa de la crucifixión ¡las mujeres estuvieron allí! (Jn. 19:25). También cuando le sepultaron (Mt. 27:61; Lc. 23:55)) y en su resurrección (Mt. 28:1, Mr. 16:1, Lc. 24:1-10).
Las mujeres también jugaron un papel fundamental en la propagación del Evangelio en el siglo primero. Mujeres como Dorcas (Hch. 9:36-43), Lidia (Hch. 16:14,15), Priscila (Ro. 16:3, 1 Co. 16:19, 2 Ti. 4.19), Febe (Ro. 16:1) se nombran como ejemplo de COLABORADORAS a las generaciones de creyentes que les siguieron hasta el día de hoy.
Sería iluso y, mentira, negar el impacto trascendental del papel de las mujeres en el crecimiento de la iglesia local (nuestra Jerusalén) y hasta lo último de la tierra. Y, en muchos casos, les ha tocado a las mujeres sostener la obra en la ausencia de los hombres. No ha habido una etapa en el ministerio de nuestra iglesia, donde las mujeres no hayan estado y ejercido un rol fundamental. En el nacimiento de nuestra iglesia en el año de 1943, allí estuvieron las mujeres representadas por nuestra amada hermana Lucila de Prado.
Es muy grande la lista de mujeres que, desde entonces, han COLABORADO en el sostenimiento, crecimiento y extensión de nuestra iglesia hasta hoy. Por ello, al pensar en el tema de Misiones no podemos dejar por fuera el Ministerio de la Unión Femenil Misionera. Ellas hoy nos ministran por medio del trabajo misionero en nuestra Jerusalén, nuestra Judea y hasta lo último de la tierra.
Pastor José A. Martínez
