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El Apóstol Pablo decía a los cristianos filipenses: “A mí no me es molesto escribiros las mismas cosas” (Fil. 3:1b). Por lo que hoy es necesario volver a enfatizar que valoramos la vida y decimos como el escritor bíblico: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12). Experimentamos cambios a nivel biológico, psicológico y social a lo largo de nuestra vida, por lo que es necesario entenderlos y prepararnos para atravesarlos. Pero, como somos seres relacionales y nos necesitamos unos a otros, entenderlo nos ayuda a prepararnos y a ser sensibles para ayudar a otros, en especial en la familia.
Hasta ahora hemos enfocado la etapa prenatal y de la infancia temprana. Hoy, el enfoque está en la etapa de la niñez. Algunos han afirmado que nacemos como una página en blanco lista para que se escriba en ella. Otros, como una masilla suave que se puede moldear, pero que solidifica con el paso del tiempo. Sea como sea, necesitamos asegurarnos que lo que se escribe sea bueno y que lo que se moldea sobreviva el tiempo y sea para bien.
El libro de Proverbios (Sabiduría) nos exhorta: “Instruye al niño en su camino, y cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr.22:6). ¡Notemos “al niño”! Cuando se es más viejo, será más difícil moldearle para una vida de bien y de temor al Señor. Descuidar esto en la edad temprana cuando se es una esponja para aprender y una masilla suave para moldear, pasa la factura: es muy peligroso e irreversible.
Sí, la niñez y la adolescencia son la edad impresionable y no debemos desestimar su oportunidad. Se dice que en el museo británico de Londres hay una piedra tan dura como el acero, sin embargo, puede verse en ella la huella de un pequeño pájaro. Es que hubo un tiempo en que dicha piedra fue blanda y plástica, que la leve impresión que recibió de un pájaro posado sobre ella, se ha conservado por las edades. Por lo que es cierto lo que también el dicho popular que dice: “El retoño se doblará; pero no el árbol”.
Así que, la niñez es crucial en la formación de valores espirituales y morales para preparase para la vida. Por lo que la familia debe estar unida en este propósito. Habrá muchos desafíos, pruebas, errores, peligros, etc. Pero, la familia cristiana asume esta tarea con gozo y sabiduría. Padre y madre deben ponerse de acuerdo sobre esto y modelar una vida amorosa y congruente para con ellos mismos como esposos y para con sus hijos.
¡Bendiciones!
Pastor José A. Martínez
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