Hoy, por la Gracia del Señor llegamos al término de un año más. Podemos decir: Dios ha sido bueno y sus misericordias nos han llevado de la mano a cada instante. Y, lo menos que podemos hacer, es decir: ¡GRACIAS!
A la verdad, Dios se agrada en la gratitud de los suyos. Por ello, el Apóstol Pablo escribió a los creyentes Tesalonicenses: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:17).
Que no haya nunca en nosotros un corazón mal agradecido para con el Señor y para con otras muchas personas que nos han hecho bien durante el año que pasó. Un corazón ingrato (no agradecido), no sólo no agrada al Señor, sino que, cierra la puerta a muchas bendiciones. ¿Recuerdan los 10 leprosos? ¡Sólo uno regresó a decir: ¡gracias! (Lc, 17:15-19). Este es el espíritu que debe haber en todos nosotros hoy: ¡un espíritu de gratitud!
Además de dar gracias por las bendiciones recibidas y, aún por aquellas cosas que nos sucedieron y que no nos parecieron como tales, debemos prepararnos para lo que viene por delante, dado que requiere fe y confianza en el Señor. Recibimos la exhortación del Apóstol Pablo cuando dijo: “Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13b-14).
Seguro que habrá muchas cosas de las que sacudirse al finalizar el año y levantarnos para proseguir al siguiente con los ojos puestos en la meta que es Cristo Jesús. En este proseguir sé que la clave es estar asido a Cristo como el pámpano a la vid (Jn. 15), buscando cada día primeramente el Reino de Dios y su justicia (Mt. 6:33).
Así que, esta noche, cuando el reloj marque las 12:00, iniciaremos una nueva jornada sin saber lo que está por delante, sólo con la fe y la convicción de que el Señor irá con nosotros como lo prometió. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20).
Por ello, quiero invitarles a reflexionar en la experiencia de un hombre llamado Jacob cuando le tocó iniciar una jornada hacia un lugar que no conocía y que estaba llena de muchos desafíos que le hacían caminar con mucho temor: Jacob (Gn. 27:41-28:22).
¡FELIZ Y BENDECIDO AÑO NUEVO
