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En verdad, ¡el amor es sacrificado! Estamos hablando del verdadero amor, el amor de Dios (AGAPE). En el idioma griego del Nuevo Testamento (“koiné”) se usan por lo menos tres palabras para describir el amor: “FILEO” para referirse al amor filial entre hermanos y amigos; “EROS” para referirse al amor en la esfera matrimonial (se allí surge la palabra erótico) y, “AGAPE” el amor perfecto, el amor de Dios. El amor que es sin condiciones, es el amor de entrega total. Es el amor con que Dios nos amó y fue el amor en que Cristo nos amó y sacrificó por nosotros. De tal manera, que el amor en su mayor pureza es el amor que se sacrifica por otros.
En una sociedad donde se exalta el “amor erótico” y egoísta, el “fileo” (amor filial) se ve cada vez más reducido y menospreciado, al punto que, la característica de los últimos tiempos es que la gente vivirá sin afecto natural en su trato con los demás (2 Ti. 3:3). Por lo que la familia cristiana enfrenta un enorme desafío al ir en contracorriente contra las costumbres y prácticas de este mundo, al procurar relaciones profundas llenas del amor “ágape” el amor de Dios.
En nuestro mensaje de hoy, queremos ver y aprender acerca del amor que se sacrifica a si mismo por otros y cómo puedo practicar este amor en el seno del matrimonio, la familia y la iglesia de manera práctica. No sólo decir “te amo”, sino mostrarlo en acciones concretas.
Creo que esta es una de las grandes necesidades de la familia y de la iglesia en este tiempo. El amor que nos une debe llevar el sello del amor de Dios. Pero, debemos practicarlo, no solo decirlo.
En el primer siglo, cuando el Apóstol Pablo escribió a los creyentes corintios, les habló de la excelencia de este amor (1 Co. 13), ese amor que sobrepasa todo entendimiento e impregna cada aspecto de la vida del creyente, de su familia y de la iglesia.
Hoy, pues, queremos ver este amor que se sacrifica y cómo llevarlo a la practica en cosas concretas.
Pastor José A.Martínez
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