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“Juventud, divino tesoro”. Así dice el refrán popular. Pero, ¡es cierto! ¡Muy cierto! Sin embargo, pronto pasa; así que es necesario aprovechar de manera plena y sana está etapa en la vida del ser humano.
El escritor del libro de Eclesiastés también fue joven; pero cometió muchos errores en su deseo de “disfrutar” de la vida. Y, cuando ya fue viejo, escribió a las nuevas generaciones diciendo: “Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años en los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1). Este es un consejo sabio. Acordarse del creador en los días de la juventud es sabio, muy sabio. Todavía se está en proceso de tomar decisiones, se tienen sueños, metas y esperanzas y sobre todo, todavía no se han cometido muchos errores que marcan la vida y destruyen el futuro.
El joven sabio considera y aprende, luego toma buenas decisiones y cosecha un futuro lleno de esperanza. Por eso, debe tomar en cuenta a Dios y su Palabra. Pues, está escrito: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu Palabra (Sal 119:9).
Por eso, el Salmista escribió: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Sal.119:11). El joven necesita saber que todo tiene su tiempo en la vida (Eclesiastés 3:1) por lo que debe aprender a vivir cada etapa de la vida y no querer “tragarse el mundo de un solo mordisco”; sino, ser paciente. Aprovechar las oportunidades, desafíos y, aún, vicisitudes que tarde o temprano aparecerán en el camino.
La Biblia está llena de ejemplos de jóvenes que hicieron la diferencia porque se acordaron del Señor en tiempos de su juventud: José, Daniel, Ezequiel, Jeremías, Jesús, etc. Pero, también nos mencionan de otros que perdieron sus oportunidades como Sansón o como Amnón (2 Samuel 13:1-39) o doncellas imprudentes como Dina (Gn. 34:1,2). Hoy hablamos a los jóvenes para que se acuerden del creador en los días de su juventud.
Pastor José A. Martínez
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